Era de todos conocido y sabido, la urgente necesidad de remodelación del Parque Central de La Antigua Guatemala. Era necesario que este bello parque se arreglara con orden y con belleza, especialmente tomando cuenta que fue construido en gran manera, cuando en uno de tantos períodos mi abuelo – Manuel Francisco Pellecer – fuera alcalde. Llevó a cabo la remodelación, en parte urgido por la celebración en La Antigua del Primer Congreso de Municipalidades de Centro América en 1921.
Pero antes – decía mi abuelo – se vio obligado a limpiar de ripio y escombros, la Plaza Central – nombre que se le diera en la época de la colonia y posteriormente– pues los terremotos de los años anteriores (1917-1918) habían arruinado la ciudad y por ende el parque. También sembró los arbolitos de Manzanote que circunscriben al parque.
Tengo entendido que siendo alcalde don Francisco Sáenz, tuvo la idea de recortar el follaje de estos árboles y darles forma de animales. Desde ese entonces, en la Antigua y a fuerza de cortarlos sin ningún sentido ni orientación lo único que se consiguió fue que muchos de ellos murieran, otros enfermaran y la mayor parte restante ofrezcan una imagen deplorable de ruina y abandono.
Me atrevería a decir que quien más se empeñó en hacer de esa Plaza Central, un agradable parque de uso público, fue el General Carlos Jurado – entonces Jefe Político del departamento (un puesto que hoy en día se denomina gobernador).
La Plaza estaba constituida por arriates plantados con flores más o menos homogéneas y árboles gigantescos en torno a la vieja pila colonial, sobre la que se construyó un quiosco para música y conciertos. La pila se encontraba destruida, arruinada y sin agua. No está de más recordar que su mejor uso se le conoció cuando sirvió de cadalso al célebre bandido antigüeño “Chiquirín” que en ella fue fusilado.
Pues bien, el General Jurado hizo que en medio del jardín se construyeran tres redondeles cementados que aún subsisten y en el del centro, es decir junto al quiosco de música, en cada noche de concierto bailaban allí, de manera magistral – hombre con hombre – toda clase de personas del mundo pobre (lustradores, albañiles, carpinteros, etc.) quienes, por lo general, venían de los pueblos y aldeas cercanos a la ciudad. Un espectáculo maravilloso por la calidad suprema de los bailarines.
El General Jurado también hizo instalar altos postes ornamentales para el alumbrado eléctrico con bombas blancas muy lujosas. Construyó también las piletas en las cuatro esquinas de arribo, en donde hubo graderíos protegidos de balaustradas en cuyas columnas se colocaron maceteros floridos.
También en el seno de los jardines, uno frente a la Catedral y el otro frente al Teatro Díaz – hoy el “Portal de las Panaderas”, Jurado hizo construir dos “Mapas en Relieve” que no correspondían a ningún punto geográfico del país, aunque alguno tendía a representar el Valle de Panchoy – al menos por los volcanes, porque los valles estaban llenos de agua transparente en donde nadaban alegremente mojarras de colores.
Frente al Palacio de los Capitanes, en su parte media, se erguía un monumento en cuya parte superior estaba el busto del Doctor Mariano Gálvez, gloria antigüeña, ex presidente del país y hombre de pensamiento muy avanzado y cuya única descendiente era en aquellos tiempos la “Niña” Angelita Gálvez.
Los antigüeños tenían gran orgullo de ese monumento a Gálvez en el que en la base se encontraban tres bajo relieves mostrando algunas fases parlamentarias y militares del presidente Gálvez y en un cuarto lado o faz, estaba la leyenda alusiva a la construcción del parque, su autor y colaboradores. Este monumento fue luego destruido por algún alcalde o político adversario de Gálvez que con ello privó a las nuevas juventudes de conocer la historia de uno de sus más importantes próceres.
En el lado opuesto se levantó –como en todos los pueblos del país—un monumento al General Justo Rufino Barrios, que aunque horrible y desproporcionado permaneció allí por muchos años, hasta la última remodelación que se hiciera al parque en los años 90, en donde este fue retirado.
Por último, también se colocaron estatuas de mármol, de figuras mitológicas y clásicas por algún tiempo. Posteriormente, fueron trasladadas a otros parques y algunas a la colonia La Candelaria en donde hoy en día se encuentran en total abandono – víctimas de la inclemencia del tiempo y de la ignorancia del valor histórico y cultural que ellas representan.
Con el correr de los años se construyeron grandes bancas de cemento, se demolió el quiosco de música y conciertos, se destruyeron los mapas en relieve y se reconstruyó la vieja Fuente del Conde de la Gomera o Fuente de las Sirenas cuyos vestigios originales se encontraban en el Museo Colonial situado en los bajos del Palacio del Ayuntamiento hasta hace algunos años.
No fue sino hasta la administración municipal del señor Héctor Vides Casanova (1991-1996) que el Parque Central es remodelado, no solo de fondo sino de forma gracias al esfuerzo de la Honorable Corporación Municipal y la Legión de Santiago de los Caballeros.
Hoy en día, después de veintitrés años se retoma la idea de realizar una remodelación del parque, gracias a la intervención de la actual Corporación Municipal y la Iniciativa Privada que realizan un trabajo tesonero digno del mayor encomio y dedicación.
Nuestro parque, es el punto de reunión para propios y extraños, es un ícono que nos representa allende nuestras fronteras, es el lugar que marca o marcó nuestras vidas en algún momento, el que guarda con nostalgia nuestras aventuras de niños; por ello debe dársele vida y recuperarlo lo más pronto posible. Felicitaciones a los gestores de esta transformación.